Introducción
“He aquí, yo vengo pronto, y mi recompensa conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Hoy nos encontramos reunidos para reflexionar sobre una verdad que resuena con fuerza desde las páginas de la Sagrada Escritura: “Cristo viene pronto.” Estas palabras, pronunciadas por el mismo Señor Jesús en el libro del Apocalipsis, no son solo una advertencia, sino una promesa llena de esperanza.
En un mundo marcado por la incertidumbre, la desesperanza y el sufrimiento, el regreso de Cristo es nuestra mayor esperanza. Es la certeza de que el sufrimiento tendrá fin, de que la justicia prevalecerá y de que finalmente habitaremos con nuestro Señor por toda la eternidad.
En esta prédica, reflexionaremos sobre:
- La certeza de la segunda venida de Cristo.
- Las señales que anuncian su regreso.
- Cómo debemos prepararnos para su venida.
- El llamado a vivir con vigilancia y esperanza.
- El juicio final y la recompensa eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para comprender la urgencia y la belleza de este mensaje, y para que nuestras vidas estén verdaderamente preparadas para recibir al Rey de Reyes.
1. LA CERTEZA DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
1.1. Una Promesa Inquebrantable
La segunda venida de Cristo no es una posibilidad ni una especulación; es una promesa firme y segura. Jesús mismo lo afirmó con claridad:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3).
Cristo no nos abandonó. Ascendió al cielo con una promesa: regresará para llevarnos con Él.
Reflexión: ¿Vivimos cada día con la certeza de que Cristo regresará, o hemos dejado que esta promesa pierda su impacto en nuestras vidas?
1.2. Testimonio de los Apóstoles
Los apóstoles predicaron con fervor sobre la segunda venida de Cristo. San Pedro nos advierte:
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10).
El regreso de Cristo será:
- Inesperado: Nadie conoce el día ni la hora.
- Glorioso: Jesús vendrá con poder y majestad.
- Definitivo: Será el fin de la historia como la conocemos.
Reflexión: ¿Estamos preparados para el regreso inesperado de nuestro Señor?
1.3. La Esperanza del Pueblo de Dios
Desde los primeros cristianos hasta nuestros días, la Iglesia ha vivido con la esperanza de la segunda venida de Cristo. Esta esperanza es el motor que impulsa nuestra fe, incluso en los momentos más oscuros.
San Pablo lo expresa así:
“Esperando la bienaventurada esperanza y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).
El regreso de Cristo representa:
- El fin del sufrimiento y el dolor.
- La victoria definitiva sobre el pecado y la muerte.
- La restauración de todas las cosas en Cristo.
Reflexión: ¿Nuestra esperanza está firmemente anclada en el regreso de Cristo?
2. LAS SEÑALES QUE ANUNCIAN SU REGRESO
2.1. Señales en el Mundo Natural
Jesús habló sobre las señales que precederían su regreso:
“Habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo” (Lucas 21:11).
En la actualidad, somos testigos de desastres naturales, plagas, pandemias y fenómenos climáticos extremos. Estas señales no deben generar pánico, sino recordarnos que Cristo viene pronto.
Reflexión: ¿Estamos viendo estas señales con los ojos de la fe, o las estamos ignorando como simples coincidencias?
2.2. Señales en la Sociedad
San Pablo describió el estado de la sociedad en los últimos tiempos:
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno” (2 Timoteo 3:2-3).
Vivimos en una sociedad donde:
- El pecado es celebrado como virtud.
- El amor se ha enfriado.
- Las familias están divididas.
Estas señales son evidencia de que el tiempo de Cristo está cerca.
Reflexión: ¿Estamos permitiendo que el mundo moldee nuestros valores, o estamos firmes en la verdad de Cristo?
2.3. Señales en la Iglesia
Jesús advirtió que en los últimos tiempos habría una crisis en la fe:
“Muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:11-12).
Algunas señales de esta crisis incluyen:
- Proliferación de falsas doctrinas.
- Pérdida de fervor en la oración y en los sacramentos.
- División y escándalos dentro de la Iglesia.
Sin embargo, Jesús también prometió:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
Reflexión: ¿Estamos defendiendo nuestra fe con firmeza, o estamos dejando que las falsas doctrinas nos desvíen del camino?
2.4. La Proliferación del Evangelio en Todo el Mundo
Una de las señales más claras del regreso de Cristo es la expansión del Evangelio en todo el mundo. Jesús lo afirmó con claridad:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
Hoy, gracias a la tecnología, las redes sociales y los medios de comunicación, el Evangelio está llegando a lugares que antes eran inaccesibles. Sin embargo, todavía hay muchas almas que no han escuchado el mensaje de salvación.
Como Iglesia, tenemos la responsabilidad de:
- Ser misioneros activos en nuestra comunidad.
- Apoyar las misiones en lugares remotos.
- Evangelizar con nuestras palabras y nuestras acciones.
Reflexión: ¿Estamos siendo parte de la misión de predicar el Evangelio al mundo, o estamos dejando que otros lo hagan por nosotros?
3. CÓMO DEBEMOS PREPARARNOS PARA SU VENIDA
3.1. La Preparación Espiritual: Velar y Orar
Jesús nos exhorta repetidamente a velar y orar:
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24:42).
La preparación espiritual implica:
- Una vida de oración constante: No solo oraciones rutinarias, sino un diálogo sincero con Dios.
- Frecuentar los sacramentos: Especialmente la Eucaristía y la Confesión, donde recibimos la gracia necesaria para mantenernos firmes.
- Escuchar y meditar la Palabra de Dios: La Biblia es nuestra guía en tiempos de incertidumbre.
Reflexión: ¿Nuestra relación con Dios es una prioridad diaria, o la descuidamos fácilmente?
3.2. La Conversión Continua
La segunda venida de Cristo requiere una conversión constante y genuina. San Pedro nos exhorta:
“Arrepentíos, pues, y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19).
La conversión no es un acto único, sino un proceso diario que implica:
- Reconocer nuestros pecados con humildad.
- Arrepentirnos sinceramente.
- Buscar el perdón a través del sacramento de la Reconciliación.
- Esforzarnos por vivir en santidad.
Reflexión: ¿Estamos viviendo una vida de conversión diaria, o hemos caído en la indiferencia espiritual?
3.3. Amar y Servir a los Demás
Jesús nos dejó un mandato claro:
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).
La preparación para la segunda venida de Cristo no es algo individualista. El amor al prójimo es un signo claro de que estamos listos para recibir al Señor.
Prepararnos significa:
- Perdonar a quienes nos han ofendido.
- Servir con generosidad a los más necesitados.
- Buscar la reconciliación con aquellos con quienes estamos en conflicto.
Reflexión: ¿Estamos amando y sirviendo a los demás como Cristo nos ha enseñado?
3.4. Evitar el Pecado y la Indiferencia
Uno de los mayores peligros en nuestra preparación para la venida de Cristo es la indiferencia espiritual. Jesús advirtió sobre esto:
“Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37-39).
La indiferencia espiritual nos hace:
- Ignorar las señales del regreso de Cristo.
- Vivir sin un sentido de urgencia espiritual.
- Dejar que el pecado controle nuestra vida.
Reflexión: ¿Estamos siendo indiferentes ante el llamado de Cristo a prepararnos para su regreso?
4. EL LLAMADO A VIVIR CON ESPERANZA Y VIGILANCIA
4.1. La Esperanza del Cristiano
El regreso de Cristo no debe ser motivo de temor para los creyentes, sino de esperanza y alegría. San Pablo nos recuerda:
“Porque el mismo Señor descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).
Esta esperanza nos motiva a:
- Permanecer firmes en la fe.
- No dejarnos vencer por el miedo.
- Vivir con la mirada puesta en la eternidad.
Reflexión: ¿Nuestra vida está marcada por la esperanza del regreso de Cristo?
4.2. La Vigilancia Activa
Jesús nos llama a estar siempre vigilantes:
“Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando” (Lucas 12:37).
La vigilancia activa implica:
- Estar atentos a las señales de los tiempos.
- No permitir que las distracciones nos alejen de Dios.
- Vivir cada día como si Cristo fuera a regresar en cualquier momento.
Reflexión: ¿Estamos viviendo con vigilancia espiritual, o hemos caído en la comodidad?
4.3. Mantener la Fe Viva
En tiempos de prueba y tribulación, es fácil perder la fe. Sin embargo, Jesús nos anima a perseverar:
“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13).
Mantener la fe viva significa:
- Confiar en Dios incluso en los momentos difíciles.
- Alimentar nuestra fe con la oración y los sacramentos.
- Rodearnos de una comunidad de fe que nos apoye.
Reflexión: ¿Estamos cuidando nuestra fe para que no se apague?
4.4. Anunciar el Regreso de Cristo
El regreso de Cristo no es un secreto que debemos guardar; es una buena noticia que debemos proclamar.
San Pablo nos recuerda:
“¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16).
Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de:
- Hablar a otros sobre el regreso de Cristo.
- Animar a nuestros hermanos en la fe.
- Ser testigos vivos del amor y la verdad de Cristo.
Reflexión: ¿Estamos anunciando con valentía que Cristo viene pronto?
5. EL JUICIO FINAL Y LA RECOMPENSA ETERNA
5.1. El Juicio Final: Una Realidad Ineludible
El regreso de Cristo marcará el inicio del Juicio Final, donde cada ser humano comparecerá ante el tribunal divino. Jesús mismo nos advierte:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mateo 25:31-32).
El Juicio Final será:
- Universal: Nadie podrá evitarlo.
- Justo: Dios juzgará con perfecta justicia.
- Definitivo: No habrá segundas oportunidades.
Cada uno recibirá de acuerdo a sus obras:
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10).
Reflexión: ¿Estamos viviendo con la conciencia de que un día daremos cuentas ante Dios por cada palabra, acción y pensamiento?
5.2. Las Dos Realidades Eternas
El Juicio Final definirá nuestro destino eterno: el cielo o el infierno. Jesús describe estas dos realidades en Mateo 25:46:
“E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”
- El Cielo: La recompensa eterna para quienes han vivido en fidelidad a Cristo. Será un lugar de amor, paz y comunión perfecta con Dios.
- El Infierno: El destino de quienes han rechazado a Cristo y vivido en rebeldía contra Dios. Será un estado de separación eterna de Dios.
El destino eterno no es algo que Dios impone arbitrariamente; es la consecuencia de nuestras decisiones aquí en la tierra.
Reflexión: ¿Estamos viviendo de manera que nuestro destino sea la vida eterna junto a Cristo?
5.3. La Recompensa para los Fieles
La Biblia es clara respecto a la recompensa para aquellos que han permanecido fieles hasta el final:
“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:21).
Las recompensas para los fieles incluyen:
- La vida eterna: Compartir la eternidad con Dios.
- La comunión perfecta con Cristo y los santos.
- El fin del sufrimiento, el dolor y las lágrimas: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” (Apocalipsis 21:4).
Estas promesas deben llenarnos de esperanza y motivarnos a vivir con fidelidad y perseverancia.
Reflexión: ¿Estamos viviendo con la mirada puesta en la recompensa eterna que Dios ha prometido?
5.4. El Día del Señor: Un Momento de Gozo para los Creyentes
Para los que aman a Cristo, su regreso no será un día de miedo, sino de gozo y celebración. San Pablo lo expresa así:
“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:8).
El regreso de Cristo traerá:
- La restauración completa de la creación.
- El fin de toda injusticia.
- El cumplimiento pleno de todas las promesas de Dios.
Reflexión: ¿Estamos esperando el regreso de Cristo con amor y anticipación?
6. LA MISIÓN DE LA IGLESIA ANTE LA SEGUNDA VENIDA
6.1. Predicar el Evangelio con Urgencia
La Iglesia tiene una misión clara: anunciar el Evangelio a toda criatura. Jesús dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).
Esta misión es urgente, porque el tiempo es corto y Cristo viene pronto. Como creyentes, debemos:
- Compartir nuestra fe con valentía.
- Ser testigos del amor y la verdad de Cristo.
- Apoyar la obra misionera en todo el mundo.
Reflexión: ¿Estamos cumpliendo con nuestro llamado a evangelizar y llevar el mensaje de Cristo a los demás?
6.2. Ser Luz en un Mundo Oscuro
Jesús nos llama a ser luz en medio de un mundo lleno de tinieblas:
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14).
Ser luz significa:
- Reflejar el carácter de Cristo en nuestras acciones.
- Actuar con integridad y amor en todo momento.
- Ser un testimonio vivo del poder transformador de Cristo.
Reflexión: ¿Nuestra vida está reflejando la luz de Cristo a los demás?
6.3. Orar por el Regreso de Cristo
La oración es una de las formas más poderosas de prepararnos para el regreso de Cristo. En el Apocalipsis, el Espíritu y la Iglesia claman:
“El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven” (Apocalipsis 22:17).
Orar por el regreso de Cristo significa:
- Anhelar su regreso con todo nuestro corazón.
- Pedir por la conversión de los pecadores.
- Clamar por justicia y paz en el mundo.
Reflexión: ¿Estamos orando con fervor por el regreso de Cristo?
7. CONCLUSIÓN: ¡CRISTO VIENE PRONTO!
Hermanos y hermanas, el mensaje es claro y urgente: ¡Cristo viene pronto! Esta verdad no debe llenarnos de miedo, sino de gozo, esperanza y un sentido de urgencia espiritual.
- Preparémonos en santidad y oración.
- Vivamos con fe y esperanza.
- Amemos y sirvamos a los demás con el corazón de Cristo.
- Proclamemos el Evangelio con valentía.
Oración Final:
“Señor Jesús, creo en tu promesa de regresar. Ayúdame a estar preparado, a vivir en santidad y a compartir tu amor con los demás. Ven, Señor Jesús. Amén.”
¡Que nuestras vidas reflejen la preparación, la vigilancia y el amor necesarios para recibir a Cristo en su glorioso regreso! ¡Amén!